Las nuevas tecnologías han revolucionado el sector de la comunicación en los últimos años, y especialmente en los últimos quince años, de forma radical.
Al igual que el Replicante Roy Batty en Blade Runner, yo podría decir “he visto cosas que vosotros, millenials, no creeríais”: enviar una nota de prensa por fax e imprimir una confirmación de entrega; recibir por correo un DVD con fotos porque el archivo resultaba demasiado «grande» para enviarlo por correo; hacer un viaje de 500 kilómetros en coche porque el cliente necesitaba ver tu cara; salir, textualmente, corriendo, de noche, hasta SEUR, para enviar a tiempo un informe, un Plan de Comunicación -en papel, claro- que el cliente esperaba; por no hablar de lo importante que era confirmar, con carácter previo, antes de algún día D, que la impresora, la fotocopiadora, tenían suficiente tinta, toner, papel…
El mundo digital ha superado con nota todos estos inconvenientes; lo que nos ha permitido entrar en la era de la inmediatez, en la que todo debe ser rápido… instantáneo; sin embargo, en ocasiones, parece que el precio a pagar es el «todo vale” en detrimento de la calidad del trabajo.
Es necesario saber compatibilizar celeridad, flexibilidad, frescura… sin bajar los estándares por no dedicar un poco más de tiempo, un poco más de atención, un poco más de trabajo. Intentar dar un toque artesanal en un tiempo digital, lo que en GRUPO deQUATRO nos gusta llamar #SlowCommunication.
Aunque nuestro entorno cambie, y tengamos que adaptarnos a nuevos lenguajes, códigos, canales y herramientas para satisfacer las necesidades de comunicación de nuestros clientes, hay cuestiones -principios- que siguen vigentes y a los que desde nuestra agencia intentamos permanecer fieles: son las ganas de seguir aprendiendo, de hacer un buen trabajo y de lograr los objetivos de nuestros clientes, que consideramos como nuestros.
¿Y sabéis, qué? apostamos a que nuestros clientes piensan lo mismo.