Seguro que a todos nos vienen a la cabeza cientos de ejemplos en los que no hemos podido o no hemos sabido decir lo que queríamos decir. También sabemos lo difícil que es hoy conseguir la atención de los medios de comunicación, que concedan unos segundos a nuestra marca, que incluyan unas palabras de nuestros portavoces, que dediquen su tiempo a una entrevista en profundidad, y “el más difícil todavía”: que un grupo de periodistas acuda a la convocatoria de una rueda de prensa.
Si después de esta buena gestión de comunicación conseguimos captar la atención de los medios, no podemos desperdiciar la gran oportunidad -probablemente única- que se nos abre para dirigirnos a nuestro público objetivo, y aquí la figura del portavoz es clave.
¿Qué hace el buen portavoz?
- El buen portavoz huye de la improvisación y se prepara a conciencia, sabe que está representando a una compañía o institución y que si lo que cuenta aporta valor a la audiencia del medio, incrementará el reconocimiento de su marca, potenciará su reputación.
- El buen portavoz sabe a quién se dirige y se pone en la piel del lector, del oyente, del espectador, -de la audiencia del medio de comunicación-, entiende lo que les interesa y lo que les importa, por eso es capaz de conectar con ellos.
- El buen portavoz dice lo que tiene que decir de una forma clara y sencilla, se entusiasma con lo que cuenta sobre su marca, su producto o el servicio que presenta u ofrece su empresa.
- El buen portavoz comunica un mensaje que es importante tanto para la empresa o institución a la que representa como para la audiencia del medio de comunicación.
Además, el buen portavoz elige un buen “entrenador” y el mejor entrenamiento.